4 de noviembre de 2009

Nota del Sr. David Tuesta en su Blog de Semana Económica 14.10.2009

Transcribo literalmente la nota publicada por el reconocido economista peruano David Tuesta, actual Director de la Unidad de Tendencias globales del BBVA en Madrid, para luego comentar mi opinión al respecto, esperando algún comentario adicional de las personas a quienes realmente les preocupa el Sistema de Pensiones.

El Verdadero Reto de los Sistemas de Pensiones

La preocupación por la vejez no es un tema menor. Durante las últimas décadas, Latinoamérica emprendió una de las reformas más importantes de los sistemas previsionales, introduciendo total o parcialmente, esquemas de capitalización individual para el retiro. Tres problemas se observaban antes de estas reformas: (i) los sistemas colectivos estaban quebrados pues los estados se habían apropiado de las contribuciones para otros fines; (ii) en muchos países se planteó la política del “regalo”, es decir, pensiones para todo el mundo con mínima aportación; (iii) fuerte presión sobre los gigantescos déficit fiscales, que al final fue causa central de las crisis latinoamericanas de los ochentas.

La introducción del pilar de capitalización cumplió un rol clave, al tener como objetivo central crear un sentido de responsabilidad del trabajador, obligándolo a ahorrar para su vejez en una cuenta individual. En paralelo, en algunos países se dejó la opción de contribuir colectivamente en un sistema público de pensiones, la misma que se definía bajo determinadas reglas. Así, teóricamente, cualquiera de los dos sistemas (público o privado) permitiría obtener una pensión. No obstante, ninguno de los dos esquemas asegura que usted pueda pertenecer al conjunto de los que recibirá una pensión, y menos aún, encontrarse dentro del subconjunto que percibirá una buena pensión.

Y esto no tiene que ver nada con que el sistema de pensiones sea público o privado.

Para recibir una pensión, además de trabajar, se requiere contribuir a algún sistema previsional, y para contribuir se requiere contar con una fuente de ingresos continua. Así, si tomamos en cuenta que la informalidad es un problema central en varios países de la región como Colombia, México y Perú, y que esta condición reduce enormemente la probabilidad de generar ingresos continuos que permita contribuir, se entiende porque tan poca gente está cubierta por un sistema de pensiones. Se entiende entonces que el problema real está en la existencia de fallas en las economías que impiden absorber conveniente a la población hacia los mercados laborales. Si no hay trabajo, o este es precario, las posibilidades para ahorrar para la jubilación son nimias.

Ahora, el pertenecer al grupo de los que pueden recibir una buena pensión, es más complicado. Primero, hay que tener un trabajo y contribuir al sistema, o sea, estar cubierto; segundo, hay que contribuir una proporción razonable del salario; tercero, hay que contribuir continuamente; cuarto, el sistema tiene que brindar una rentabilidad razonable; y quinto, hay que ver cuantos años vivimos para que alcance el dinero. Bajo todo ello, es fácil saber quienes estarán mejores cubiertos: aquellos que logren mantener su empleo por más tiempo, que contribuyan con mayor frecuencia, que además puedan realizar ahorros voluntarios y que tengan una mayor diversidad de activos financieros al final de su vejez.

Por tanto, el problema central de las pensiones, no está en los sistemas públicos y/o privados vigentes. El verdadero problema está en que existe una proporción importante de la población que no está en capacidad de contribuir a un sistema de pensiones y que son por tanto vulnerables a la etapa de vejez. Para ello se deben plantear algunos aspectos que la reforma de pensiones chilena ya viene incorporando: (i) incentivar a cotizar a los que están en capacidad de hacer el sacrificio; (ii) complementar las pensiones de aquellos que logren acumular muy poco (porque no pudieron ser absorbidos continuamente por el mercado formal); y (iii) otorgar una pensión asistencial, no contributiva, para los sectores más desprotegidos, bajo criterios de focalización rigurosos. Todo ello requiere imaginación y recursos.

Por tanto, debemos partir por entender el problema real que es la falta de cobertura a causa de fallas en los mercados laborales. No nos distraigamos con temas menores.

Concluyo esta copia del artículo planteando una pregunta pertinente: es justicia aquello? particularmente considero que no. Cada uno es responsable de sus actos y debe ser castigado o recompensado por ello. Las sociedades comunistas han fracasado y nos demostraron que su filosofía aunque muy altruísta, es inviable.

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